Los sistemas sanitarios globales y su habilidad para responder en tiempos de crisis están siendo analizados al detalle para determinar sus niveles de flexibilidad y resiliencia ante crisis como la que ha desatado la pandemia de la Covid-19.
Esto ha propiciado nuevas visiones sobre el futuro del sistema y nos ha recordado cómo nuestras políticas públicas en materia de sanidad están concebidas de forma reactiva, enfocadas principalmente en curar al enfermo en vez de promover una salud integral, que permita evitar males prevenibles y reduzca los costes sanitarios.
Estas nuevas visiones están trayendo consigo importantes cambios en el comportamiento de los consumidores, pues el enorme impacto de la pandemia ha propiciado una mayor conciencia sobre el papel central de la salud en nuestras vidas, estimulado así cambios conductuales difíciles de prever hace un par de años. Entre ellos destacan algunas tendencias relevantes:
Punto de inflexión hacia la medicina preventiva
Durante la pandemia se produjo un incremento en el aplazamiento sanitario y un duro golpe a la medicina preventiva ante la necesidad de volcar esfuerzos hacia la contención del virus y la atención de los pacientes más enfermos. Sin embargo, los consumidores están regresando con fuerza y han generado un efecto rebote que puede marcar un punto de inflexión en los cuidados preventivos y consolidar una tendencia a largo plazo en nuestras preferencias a la hora de abordar el cuidado de nuestra salud y cuánto tiempo y recursos invertir en ello
La salud en el centro de todo
El diseño de estrategias preventivas de carácter holístico ha sido emprendido por varias industrias, desde la alimentación hasta la sanidad, ante el cambio de paradigma surgido a raíz de la pandemia, que ha traído consigo incrementos en la ansiedad asociada a la salud y en la propia definición de lo que es saludable entre los consumidores.
Una encuesta de Euromonitor International sobre salud y nutrición realizada en 2021 ha detectado que el estrés, la ansiedad y los trastornos del sueño han seguido en aumento, llevando a los consumidores a aceptar que comportamientos más holísticos como dormir suficientes horas (95% de los encuestados), practicar deportes (91%) y comprometerse con actividades que ayuden a reducir el estrés o la ansiedad (78%) pueden tener efectos positivos en su salud.
Redefiniendo el bienestar
La percepción de salud ha evolucionado durante los últimos tres años, pasando de evitar la enfermedad y ganar fuerza física a buscar el bienestar psicológico y sentirse bien. Debido a esto cada vez hay más productos dirigidos a facilitar la relajación, la reducción del estrés, la mejora del humor y del sueño que van desde nutracéuticos hasta terapias.
Por su parte, la consultora Deloitte ha detectado en un artículo otras tendencias que también se están consolidando, entre las cuales destacan:
- Los consumidores están cada vez más informados y comprometidos con su salud
Cada vez más pacientes están dispuestos a mostrar su desacuerdo con sus doctores y ahora emplean herramientas para obtener información sobre los costes en materia de salud, hacen seguimiento de sus condiciones físicas y usan esos datos para tomar decisiones además de acceder a su historial médico.
- Cada vez más consumidores están dispuestos a compartir sus datos relacionados con la salud
Un creciente número de usuarios están haciendo seguimiento de su comportamiento con la ayuda de herramientas tecnológicas, desde el ejercicio físico hasta las recetas médicas generan datos que pueden ser compartidos por unos consumidores que parecen cada vez más dispuestos a hacerlo.